domingo, 26 de noviembre de 2006
Hoy en misa aclaré uno de los más grandes misterios en mi cabeza.
Sucedía que un niño estaba jugando en el suelo del lado del pasillo de la Iglesia de San Jerónimo (para que los que la conocen se ubiquen mejor). Estando sentado se reclinó hacia atrás y pegó su cabeza con la banca. No hubo tiempo de que llorara porque su papá en seguida lo cargó, le sobó la cabeza y le dió un beso. Todo ese tiempo estuve esperando escuchar minimo un lloriqueo, pero nunca sucedió. Y lo que más me sorprendió fue que habían pasado 6 segundos y el niño ya estaba jugando con la oreja de su papá. Entonces recordé un pasaje de la Biblia en el que Jesús dice a los apóstoles que para entrar en el Reino de los Cielos había que ser como niños. Esto me hizo pensar como solemos quedarnos con situaciones tristes tanto tiempo, en su mayoría solo para sentirnos víctimas de nuestro alrededor esperando que alguien se compadezca de nosotros y nos ayude. Lo cierto es que en nuestro egocentrismo olvidamos que para ser felices debemos darnos, nos cerramos a la idea de que merecemos que se nos preste atención y nos olvidamos de ayudar a los demás. Les hago esta reflexión para que no caigan en lo mismo que yo. Llegué a la conclusión de que cualquiera que pueda olvidar lo malo en 6 segundos podría ser santo.4 Comments:
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PD Maldita compu de;l colegio no tiene el teclado bien.
Es cierto, hay que ser como los niños para poder ser santos.
Que pases una muy Feliz Navidad y año nuevo!
p.d. date una vuelta por mi blog y lee desde la primera parte de Diario de un Misionero hasta la cuarta parte, te gustara.